Todos nacemos a oscuras, a ciegas, sin nada ni nadie que nos diga qué ha pasado, de dónde hemos venido y en qué clase de broma estamos inmersos. Nos colocan, ahí, desnudos, desmembrados, listos para una autopsia. No sabemos qué hacer... si al menos hubiéramos leído el folleto que ponían en el avión... pero ya nos conocemos: no lo hacemos nunca.. Sólo deseamos llegar y pisar tierra, descubrir nuevo mundo, nuevas experiencias y paisajes.
El tiempo pasa, y nada parece cambiar. Te dicen lo que tienes que hacer, decir, escuchar, ver y degustar. Caminas en la dirección que te marca las flechas pintadas en el suelo, como en un hospital, como si fueras derechito a esa habitación austera donde pasar, tumbado, el resto de los días, pudriéndote, esperando la dulce bendición de la Parca.
Compartes gestos, palabras, imágenes, momentos; con otras personas que quizá tengan respuestas por fin a aquella putada en la que estabas inmerso. Puede que tuvieran algún sedante, algo a lo que recurrir para escapar de todo lo que, para ti, era hasta ahora extraño. Unos dan amor. Otros dan drogas. Otros la compañía, la risa, la confianza, la música, el arte... Y muchos otros, incluso, aportan mal rollo, insultos, desprecio. De todo hay en la viña del Señor, dicen.
Luego.. te empiezas a dar cuenta de que todo lo que ves está bastante bien estructurado. Puede, y sólo puede, que sean imaginaciones tuyas. Percibes cierta jerarquía, con niveles muy distanciados... Te sientes manipulado, estafado, perdedor. Y sí: hay gente que comparte ese sentimiento contigo. Hay personas que quieren hacer de todo este escenario algo macabro.
Sin embargo... llega un día en el que conoces a alguien. No me refiero a tu primer amor, ni siquiera al amor de tu vida. No reseño a ese gran amigo que está a tu lado siempre y que llora contigo cuando te has hecho daño, llama 'puta' a esa furcia que te tiró por el barro, o se ríe de todo aquello que dices para hacerte sentir bien. No no... Hablo de esa persona que llega en el momento adecuado.
No la conoces hasta el minuto oportuno, como si hubiera algún botón que se pulsa en ese instante. Y sí: es esa persona que, por fin, le da algo positivo a todo eso que veías malo, extraño, que no era para ti, una putada, donde eras un gregario, un don nadie.
Esa roca que está en el camino y mueve ríos, que cambian su cauce. Quién sabe: quizá tú signifiques lo mismo para esa persona, o quizá no... Pero lo que sí es cierto, es que a partir de ese segundo el prisma delante de tus ojos cambia y ves la vida de otra manera.
Y eso, definitivamente, es algo digno de agradecer. Gracias.
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