Las historias nacen y se complican. El temor aumenta y paraliza. El amor decepciona y abre nuevas puertas a la vez. Miles de ojos echan un vistazo y se pierden, y los pájaros vuelan notando el viento en sus alas. La noche muere y deja, tras de sí, estelas de colores pasadas de moda. Mimos agarran documentos sin importancia, el espejo suele ser el mejor enemigo que alguien puede tener. Y no hay más que pensar en el número de puentes hacia otros mundos, un número perfecto, que se acerca al áureo. Vibraciones que ocasionan olas de estrellas, brillos de pupilas y labios que asombran a Narciso. Jinetes sin montura vagan por lo urbano, arrancando perlas de curvas interiores, mantas que encierran la fórmula buscada. Guerra entre instinto y razón. Súbito vuelco del corazón. Bonitos horizontes sobre los que contemplar el mundo, viviendo el más apasionado de los besos.
Y los pájaros vuelan... y los jinetes entretienen... y tú sonríes.
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