miércoles, 14 de diciembre de 2011

Luz

Permíteme contarte la mayor historia jamás narrada.

Érase una vez un camino sin forma, un transeunte novato, alma sin mirada. Ojos esperanzados, con un brillo sin igual, guían con sus destellos a la mente privilegiada.

El tacto resucita, el olfato emociona, el oído maravilla y el gusto eterniza. La ilusión moviliza, graciosa, hacia senderos inmortales, musicalidad y voces de gigantes... sabiduría de errantes, caminantes de antes, seguidores de tu arte.

Tierra blanquecina en donde grabas tu huella, nueve milímetros del que eres protagonista, papiro sobre el que escribir tu poema.

Un reino sin rey, sin barrotes ni reglas ni ley. Un héroe llamado fervor, una princesa conocida como felicidad, una espada sagrada de nombre superación, amor como deidad.

No existe moraleja, ni aprendizaje; solo una guía: asentir con firmeza, que volverías a comenzar el viaje, sin variar ni un día.

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