Miro hacia la ventana.
Duermes.
Silencio infinito.
Una leve sonrisa.
Y mientras yo la esbozo, tú te desvelas y fuera suenan los grillos, alguien, en alguna parte de esta ciudad, o de este país, o del mundo...
... Está sonriendo, y otra se está incorporando como tú lo haces ahora mismo.
Me miras.
Yo dejo de sonreir, y los grillos de sonar, y la noche comienza a sobrecoger.
Los pasos me guían a la naturaleza.
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