Ahora mismo estoy escribiendo sin saber por qué. De hecho, no sé qué deciros ahora mismo. No tengo ni la más remota idea, incluso, de por qué tendríais que estar leyendo esto... o de si realmente alguien en su sano juicio lee a un loco que, ya os he dicho, no sabe por qué está escribiendo ahora mismo todo esto.
Normalmente quiero rozaros el alma, sin arañarla, cuidándola y meciéndola con dulzura como lo hacen esos buenos tomos de color y olor inolvidable, a tarde de verano, a amor perdido, a juego de niños. Sí, juego a poder sentirla en mis carnes y a ahondar ahí, dejar huella.
Pero hoy... es que ya os digo, no sé qué deciros. Mi mente está de vacaciones y mi cuerpo sigue al pie del cañ... ¿o era al revés? Espera... sí, sí, está bien, es eso. Iba diciendo que la lucha es jodida...
... ¿Veis? Y me quedo en blanco, así, sin más, y ahí estáis vosotros leyendo, esperando a que diga, en el mejor de los casos, algo interesante... A la porra con vosotros. ¿Y qué hay de mi? ¿Qué hay de mis sueños, de mis divagaciones primitivas, de mis principios?
Oh... mis principios. Dónde han quedado esos pobres.
Enterrados hasta las rodillas y con una venda en la boca para que no puedan decidir ni mediar palabra. En mi interior se dio hace tiempo un golpe de estado y ahora hay un señor que hace lo que quiere sin pensar en claro. Es como Franco, pero sin bigote... a mi no me queda bien el bigote.
'Hombre, Ale, estás exagerando, has llegado a compararte con...', calla, que no has pillado nada de lo que he dicho. Digo que hace tiempo que el mundo dejó de ser para mi. Y hace mucho que mi musa, si es que tuve alguna vez, me dejó por algún guaperas de metro noventa y melena. Si es que son todas unas putas (sin ofender)
Porque para escribir hay que estar a gusto. Haber hecho antes una labor ardua mas necesaria, amueblar lo que hay que amueblar, montarte tu propio lugar en el mundo, lejos de bestias y desalmados y robasueños y... descansar. Descansar, descansar y escribir. Y ahí empezaremos a entendernos. Ahí entenderéis lo que yo no he podido cumplir todavía y el motivo por el que escribo esto sin saber muy bien por qué lo escribo. Escribir es hermoso, precioso y digno, pero sin esa serenidad termina siendo...
... termina siendo... eh...
... pues esto: un texto que no sé muy bien de dónde ha salido.
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